Algunas mujeres que son mamás con hijos pequeños y trabajan
pueden sentirse agobiadas, estos consejos te ayudarán a disfrutar más tu vida
de pareja y tu maternidad.
En mi experiencia trabajando con matrimonios, las parejas están
de acuerdo en que ambos trabajen fuera
de su casa para el bienestar familiar.
Pero lo que no se
comparte realmente son las responsabilidades del hogar.
Aún son, en gran parte, las mujeres quienes han de
pensar qué se necesita comprar, llevar a los niños a médico, etc. Los hombres no se implican en la misma
medida; a menudo dicen: “Quiero ayudarte, pero dime que debo hacer”.
Consecuencia: “La
fatiga extrema de esas mujeres que
tienen un trabajo estresante, que tienen que viajar, y además han de asumir las
responsabilidades familiares. Esta fatiga omnipresente es fuente de tensiones y frustraciones en las parejas.
Poco a poco esto conduce
a que los esposos lleven vidas
paralelas, y la comunicación de la pareja se diluye.
También puede
afectarse la educación de los hijos, pues cuando están cansados los papás,
se pierden los límites para con los
hijos, ya que hacerlo y hacerlo con amor exige más energía que ceder.
TIPS.
1.
Adelántate
a detener esta carrera y preguntarse periódicamente cuáles son las
prioridades, siempre es tiempo de
escoger.
2.
El remedio
no es que la mujer deje el trabajo externo si no que los hombres se impliquen más en la casa y
que las mujeres, por su parte, renuncien al monopolio de la organización
doméstica y al “así es como se hace”, para llegar a un reparto más justo de
la tareas.
3.
Ambos
esposos necesitan hablar: Platicar de qué puede hacerse cargo cada uno, redefinir periódicamente la distribución
del trabajo, según la edad de los hijos y la orientación profesional de
cada cónyuge.
4.
Vencer obstáculos
muy comunes en comunicación en la relación de pareja: Las mujeres no
expresan claramente sus necesidades, sus deseos, imaginan que los hombres han
de adivinarlos (“tendrían que comprender) o lo expresan reforzando (“Ya ves que
estoy agotada”).
5. Reforzar el diálogo en la pareja, sin
quejas ni recriminaciones: Un diálogo que permita estar atento a las necesidades del otro y entenderlas.
Escrito por: Psic. Luz del Carmen Said de los Santos.
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